Si todavía no te has marchado de vacaciones y te apetece huir del calor de la zona, yo apuesto por Cantabria. Una escapada al norte que no te dejara indiferente, desde sus gentes, su gastronomía y sobre todo sus paisajes.
Los imprescindibles, como no puede ser de otra manera, son las visitas obligadas a Santillana del Mar, San Vicente de la Barquera y Comillas.
Pero desde mi punto de vista lo mejor que tiene Cantabria son sus playas, tiene unas playas maravillosas, me gustan particularmente la de Oyambre, tranquila y con kilómetros de arena donde puedes dar largos paseos por la orilla con vistas a los prados y como fondo los Picos de Europa, y para los que quieran probar suerte con la tabla de surf también la de Los Locos en Suances, o la playa de Ajo y si lo que te apetece es una playa urbana, que mejor que la del Sardinero en Santander.
Cantabria es una zona excepcional para hacer rutas de senderismo o en bici por toda la costa recorriendo los pueblos montañeses cuyos habitantes mantiene vivas las tradiciones de sus abuelos, como Barcena Mayor donde además puedes degustar un magnifico cocido montañés.
Si lo que te apetece es una jornada más urbana, visita Santander, ciudad elegante y una de las más bonitas de España, donde puedes pasear por sus calles con sus edificios señoriales. Sorprende por su amplísima oferta de tascas y tabernas en los que se puede tapear y tomar sus especialidades como las rabas, el bacalao o las croquetas de chorizo.
Después de comer puedes visitar el Parque y el Palacio de la Magdalena, el edificio más emblemático de la ciudad, se encuentra, presidiendo un majestuoso paisaje, en lo más elevado de la Península del mismo nombre.
Otra visita obligada es Cabezón de la Sal, donde se celebra el día de Cantabria y donde puedes encontrar desde charangas, piteros, bigaristas y gaiteros y la Feria de Artesanía, una magnífica exposición de productos típicos, con degustación y venta de los manjares procedentes de todos los puntos de la región, los quesos, orujo, mermeladas, los sobaos, los palucos, las corbatas, la empanadas, el pan preñado de chorizo y las famosas anchoas de Santoña.
Y qué decir de Comillas, con sus casonas desperdigadas por el pueblo. Me llamó la atención el cementerio, instalado en un pequeño cerro y que tiene como vigilante en lo alto de los viejos muros un ángel custodio, dándole al lugar un aire romántico inconfundible.
En el lugar conocido como Sobrellano, se encuentra el palacio del Marqués de Comillas y al lado el Capricho de Gaudí, con su torre cilíndrica y decorado con bandas de cerámica con flores de girasol y ladrillo rojo.
Me faltan muchísimos lugares más, como Cobreces, el Parque de Cabárceno donde se encuentran animales en semilibertad, el desfiladero de la Hermida, el Cauce del río Deva, el Valle de Liébana, el Nacimiento del Ebro, la Cueva del Soplao…. Cantabria es un lugar para recordar y para volver.