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PUNTADAS | Por masQmoda

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"Puntadas" por Cecilio Amores: La estética de las sombras.Candelas y Felipa

歌舞伎 Kabuki

Algunos lo llaman energía y otros más allá. Los hay que creen y los que no. Los hay que ahorran en palabras y lo encierran en un suspiro y en una lágrima silenciosa, y los que lo cantan a los cuatro vientos y lo sacan a la luz para que se maneje y esté presente.

Pero todos sabemos que las sombras de los que estuvieron y ya no están se pegan a nuestros talones como la de Peter Pan hacía lo propio con sus pies.

Los pisos de techos altos y maderas nobles en el suelo tienen algo de novecentista. Las grietas chirrían, los escalones parecen barquitas y el ascensor tiene tanto estilo que da los buenos días al entrar. Es lo que tiene la grandeza de los espacios de antes: no tiene que manifestarse para saber que están. Las casas con clase no necesitan sello, ni mariposas en el estómago. Las casas de antes abrigan siempre un misterio que es difícil desentrañar si vas con prisa o visitas a menudo Instagram.

Candelas y Felipa tiene algo de esto. Alrededor de sus modelos hay sombras que se agachan para arreglar el bajo de una falda o el pespunte de una pernera. Hay miradas en jarras a la bocamanga de una chaquetita dorada. Hay dedales en el anular haciendo música con los alfileritos de una jareta. Hay ojales grandes y toscos embellecidos por un botón de nácar de una caja de hilos de lata y de galletas. Hay sombras que no se ven pero que se nos calzan en los pies y, entonces, la madera no chirría.

Los actores de “Kabuki”, el teatro japonés, saben de la importancia del movimiento y del maquillaje. Ambos, en sintonía, derraman las gotitas de glamour que venimos a llamar arte. Candelas y Felipa, sabedores de la estética de las sombras y del buen gusto, han derramado esencia de “Kabuki” y de “Hanami” (tradición japonesa de observar las flores de cerezo) en su última colección. Las diferentes creaciones se dejan llevar por el aire de enamoramiento de las palabras de convicción de Guillermo y, desde el rabillo del ojo, Maite asiente ensimismada y orgullosa. Las piezas se ordenan a sí mismas y las cascadas de color se iluminan sin prisa y sin descanso para verse mejor. Si hay equilibrio, la creación no tiene espacio vacío, ni timbres roncos, ni lámparas de bombillas tenues. Si hay equilibrio, la tela es el reflejo de un tesón y de un empuje que no necesita espejos para verse: la disciplina más linda es el propio proceso y las ganas de enseñarlo. Y eso a Candelas y Felipa le sobra.

Mangas anchas, talles altos, conjuntos de dos piezas en perfecta sincronía, y puntitas de rizo y de pan de pueblo en los detalles. Se agradece la verdad en medio de tanto escaparate.

Cuando sales de ver la colección, uno sabe que el son de las canciones de sol y de vendimia que acompañan a las sombras de atelier antiguo van a seguir vagando por el entramado del tejido y de las almas de esta hermosa familia.

Cecilio Amores 

 

 

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